Compañero en la acción y el conflicto
Me abrigué aquella noche lluviosa de noviembre
de hace un tiempo ya, por San Andrés;
con una canción boricana de Ainhoa Arteta,
una infusión de tomillo y miel
para la flema
y la soledad amiga de mi hogar de tonos rojos y verdes.
Me han dolido y duelen, los conflictos en la acción.
Conflictos con mis pocos compañeros,
y aunque sean señales de cambio y transformación;
siempre me cuesta el tiempo y como siempre requiebros.
La dificultad de ver las cosas
con la mirada del otro,
ponernos en su piel;
sentir vergüenza y confusión
cuando nuestros gestos no son reflexivos.
No poder desdramatizar los cabreos
Ensimismarnos en nuestra justificación.
Solo quien comprende,
tiene el verdadero poder; me dijo Bringas.
¿Como salirte al encuentro?
Tocar la fibra adecuada.
Tocar tu corazón herido y desconfiado,
que me acusaba, gratuitamente, de traición.
Me dolió que te doliera.
Que no articulases el diálogo,
bloqueado por el miedo.
Me dolió tu mirada lejana,
cuando antes tu palabra, humana;
se me mostraba vulnerable y cansada.
Si me acercase, a ti, humilde,
podías gritarme y herirme.
Hecho un Cristo, hubiera soportado tu enojo.
Y si me hubiera alejado, esperando a que todo se resolviera,
dime ¿quien iba a esperar en tu puerta?
llamando con los nudillos callosos para hablar juntos
como un amigo habla con su amigo.
¡Luz de luces te necesité tanto entonces!
En aquella oscura tirantez que no admitió demora.
¡Por fin encarnaste en nuestros gestos y en nuestras palabras!, intersubjetivamente,
sin más adorno que una mirada dulce y serena.
Sin más gesto que la escucha suave y tranquila.
Pudo ser posible vencer de nuevo a aquella muerte.
Aunque mi calor humano, nada podía,
hice una oración pequeña y sencilla;
para que el pintor divino todo lo hiciera nuevo.
Y pintara entonces, pronto, la esperanza.
Sabíamos las técnicas
que nos enseñaron, en la escuela de los acuerdos
donde todos ganaban y nadie perdía.
Desde donde fue posible franquear aquél tiempo de distancias.
Aunque entonces, no dábamos con la mas adecuada.
¿De que nos servían, avatares y mediadores?
¡Si me estuviste mirando con ojos de otro tiempo!
En que, los que tomaban parte contigo,te abandonaron.
¿Como hacerte creer mis argumentos?
trenzados por manos artesanas,
que no dudaban en creer que tu te pondrías en marcha.
Y aun a riesgo de enfermarme y quedar sin salud;
tu alegría me daba, la vida que yo prefería.
Soportando la enfermedad con la que me desvivía y luchando
por ver en ti, nutrida la felicidad de antes.
*Fotografía: “Decapado” Autor: Miguel Roa Guzmán
Efecto del decapado selectivo en una puerta con múltiples capas de pintura creando un interesante efecto pictórico. Esta puerta estaba en el barrio de Ladadika de Tesalónica (Grecia)