El amor nunca se va de vacaciones
Cuentan que estaba Haendel, en un momento de su vida, abatido y cansado, y un día al llegar a su casa, se encontró encima de la mesa un paquete que decía: “De parte de Dios para ti”. Era las partituras de su obra más famosa, y quizás una de las piezas más bellas del mundo. El Mesías, El Hallelujah.
Una vez que fue puesta en escena, tuvo un éxito sin precedentes.
De alguna manera, el amor nunca se va de vacaciones. Siempre hay una esperanza, que hace que aparezca una visión de alegría en la espera de lo nuevo, en la espera de lo que necesita cambiar, el cambio y la transformación.
Haendel, llegó a la desesperación, pero en este caso, estaba justificado, dado que era mayor, y sus obras llegaron a tener momentos en que ya no requerían la atención de la corte. Cuando tenemos una situación así, donde hemos de esperar un nuevo cambio de la realidad, a veces ese momento no viene acompañado de la fe, y la esperanza suficientes, con la dosis de alegría diaria requerida desde nuestra propia automotivación. Quién pudiera tener ese regalo. Saber esperar con esperanza, fe y confianza en lo que nuestros ojos no ven, pero nuestro corazón espera. Para mi ese es el sentido de este tiempo de adviento. La Esperanza de que viene alguien, que sacará y aportará la ilusión a nuestra vida. Sólo tenemos que esperarle con la certeza de que llegará. Pues un Padre nuca toma vacaciones para sus hijos.
Cuando alguien de los míos, me llama y se disculpa por molestarme en vacaciones, yo le respondo, ¿Cuando tus hijos te necesitan les dices que estás de vacaciones y no puedes atenderles? Igual para el Amor. No toma vacaciones para los que le confían.
Foto: “Sombrillas amarillas en Rotemburgo”. Autor: Miguel Roa Guzmán