La Chanca, Almería
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Aún recuerdo aquellos interminables viajes en el expreso de Barcelona a Almería, que pasaba por la estación de Linares Baeza, donde pasaba de una luz tenue de los paisajes de Jaén, a la luz abrasadora de Almería. Aquella primera conexión fue en la primavera de 1984.
Trabajar con jóvenes, en el barrio almeriense de la Chanca, cuando mi vida iba para otra cosa; vivir en una casa cueva; interaccionar intersubjetívamente, comprender sus significados, hasta que ellos entendieron los míos, conflictos personales y golpes, golpes físicos, hasta entendernos a base de diálogos… me hizo cambiar en mi actuar profesional.
1985 siempre será para mi un año a fuego, el fuego de un barrio en declive y oliendo a zotal, sin servicios, a fuego en una profesión que creí iba a desempeñar como delineante en un plan de reforma interior de las cuevas del pecho, y de pronto verme como educador social, en un barrio que quería transformarse desde las cuevas de las palomas donde yo vivía a integrarse en una ciudad. Con unos jóvenes que nos invadían a voces, violentándonos, hasta descubrir, que querían ser escuchados.
Aquí os muestro algunas imágenes de ello.